Beatriz
Bonduel
05.02.05,
20:30 h.
El
perro y el gato, especies rivales, que a su vez tienen muchas razas
en donde hay siempre un pedigree que las delimita y diferencia a unas
de otras. Tengo la intención de puntualizar sobre las cuestiones
del racismo y clasismo sociales. Los perros que escogí son iguales
a los gatos, en cuanto a su mala calidad de manufactura y en cuanto
a su a-circulación mercantil.
Uniformar
ambas especies me resultó fundamental, pues a pesar de que es
evidente la diferencia externa de los animales mecánicos, sabemos
que su interior es exactamente igual, que funcionan con unos mecanismos
internos idénticos, que en la fábrica en China se hicieron
juntos (posiblemente por niños cobrando menos que el salario
mínimo), pero que la vestimenta, el peluche que los recubre y
distingue es otro. Así, vamos al tema de la vestimenta, en el
sentido más amplio, que tiene que ver no solo con un recubrimiento
de vestidos, de la propia moda, sino con un recubrimiento de la propia
piel, que hace distintos a unos de otros, que coloca a unos en el papel
de v’ctimas y a otros en el papel de victimarios de entrada, antes de
que tales papeles se establezcan, por default.
El
choque cultural y racial se observa cotidianamente, al andar en la calle,
al subir al metro, al autobús, al circular por determinadas zonas
y también, a determinadas horas. En eso es importante que mi
obra sea móvil, que puntualice sobre la circulación, sobre
la capacidad circulante de un objeto concreto, en este caso un objeto
que es un chiste, una alegoría absurda de los seres sociales
y que ponen a circular personas que están fuera de la sociedad
madrileña.
Esta
circulación desordenada y caótica, normada únicamente
por el azar, además de ser controlada por los impedimentos, los
obstáculos por sortear, es básica tanto visual como conceptualmente.
El hecho de que el desorden se vea regulado por la oferta es el tema
esencial. Estoy conciente de que puede escapar el carácter social
de la pieza, debido a que sus características estéticas
puedan ser lo que capte en esencia la atención. Sin embargo,
esta atracción primaria por el movimiento, por el ruido, por
las dificultades que los animales mecánicos tienen para avanzar,
por sus choques, por sus sonidos, es el primer gancho para que el interpretante
pase a un análisis más profundo de la pieza.
Lo
básico para que la pieza funcione es primero, esta calidad tensionante,
esta circulación y el uso de objetos manufacturados que se venden
-extra-mercado- monopolio, aunque quizá valiera la pena mencionar
que el cuasi mercado, si no bien, mercado, de la venta ambulante conforma
un sistema propio del capitalismo que nos inunda como sociedades.
Estamos
en una sociedad en donde las tensiones raciales se crean por combates
de poder, de territorio, incluso más que de alimento propiamente
dicho, constatan que nos hayamos inmersos en un universo de polos tensionados,
de bandos contrarios que constantemente se tensan a sí mismos
y ejercen presiones inversamente proporcionales de acuerdo a intereses
concretos o a ridiculeces comunes.
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