La Movida: Veritas Non Auctoritas Facit Legem

Tomás Ruiz-Rivas

La cita que da título a este comunicado es una inversión de la famosa sentencia de Hobbes, "la autoridad, no la verdad, hace la ley", con la que el filósofo inglés pretendía, ya entrado el siglo XVII, justificar el absolutismo empleando la razón, lo cual es obviamente un sinsentido. La inversión no es mía, se hizo popular en el siglo siguiente y todavía hoy se encuentra con frecuencia en escritos sobre política y ciencias legales, porque es un principio del sistema democrático occidental: la verdad, no la autoridad, hace la ley.

He elegido una referencia tan pretenciosa para iniciar el segundo comunicado, dedicado al homenaje a la Movida que ha perpetrado la Comunidad de Madrid, porque pienso que debemos reflexionar, con seriedad y en profundidad, sobre lo que significa un proyecto así en el contexto actual de las artes visuales madrileñas. Es decir, para conducir el discurso hacia un debate sobre las políticas culturales locales y nuestro inexistente sistema de apoyo a la creación, y continuar con lo que se inició en el Conde Duque en noviembre (ver las notas Freaks I y II, que escribí para la ADPCM www.adpcm.wordpress.com).

Evitando sarcasmos fáciles, el homenaje en lo primero que falla es precisamente en ser homenaje, en su carácter laudatorio, cuando lo único pertinente, de haberlo, habría sido una revisión histórica(1). Un análisis riguroso y desprejuiciado de lo que fue la Movida en su momento y en relación con un amplio espectro de manifestaciones artísticas y culturales que tuvieron lugar también en los 80 y que no se vinculan en modo alguno con ella. Y en relación también con un hecho crucial de esa década, que es el golpe de Estado de 1981, cuyo impacto en la cultura española se mantiene en una zona borrosa de las investigaciones históricas.

Pero el texto que presenta la exposición de Alcalá 31, en espera del catálogo, es un alarde de banalidad e irresponsabilidad, de cutrerío, para situarnos en la época: "La Movida no fue un movimiento propiamente dicho, no hubo un manifiesto teórico fue más bien la explosión de individualidades creativas."(2) No pretendo hacer en estas páginas ni una crítica de esa exposición ni menos aún trazar una historia de la movida, pero creo que hay que aclarar algunas cosas. "La Movida - cito a Eduardo Subirats porque no se puede mejorar su semblanza - fue un efecto de superficie, no una obra de arte total. Se identificó enteramente con la fiesta frívola y corrupta, con una estrategia de signos bufos, y con una acción social comprendida estrictamente como mercancía y simulacro. (...) Pese a su banalidad, o precisamente a causa de ella, la Movida significó, sin embargo, una verdadera y radical transformación de la cultura. Neutralizó cualquier forma imaginable de crítica social y de reflexión histórica."(3)

La Movida, efectivamente, sólo puede entenderse como un momento reaccionario, inscrito en la revolución neo-conservadora promovida por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y que en las artes visuales se caracterizó por la vuelta a los soportes tradicionales, la erradicación de los discursos antagónicos desde una supuesta superación dialéctica conocida como postmodernidad, y un desprecio institucionalizado hacia las prácticas más connotadas políticamente, como el arte colaborativo, el public art y los site specific. Y también por la revalorización del "genio artístico" como modelo de individuo absolutamente autónomo y a-histórico, que es quizás lo único que, irreflexivamente, señala Blanca Sánchez en su texto.
Pero lo que realmente nos interesa es una especie de traca final titulada: "La Movida. Madrid 06 nuevos creadores". El primer texto de presentación gana en profundidad y extensión al de Blanca Sánchez: "Hace 25 años Madrid fue una movida. Hoy, la nueva generación de artistas trabajan desde el intercambio cultural y la relación entre disciplinas. El panorama bulle en torno a la moda, las letras, la música y las artes plásticas, que en diciembre y enero cuentan con todo el protagonismo en lugares mágicos para celebrar el acto fundacional de la nueva movida. Bienvenidos."(4)

He prometido no caer en el sarcasmo, pero tengo que hacer notar que para la comisión de este textículo ha hecho falta el concurso no de uno, ni de dos, ni de tres, sino de hasta ocho cráneos privilegiados, pues tantos son los nombres de curadores que aparecen en el folleto. Su mejor hallazgo es sin duda lo de los "lugares mágicos". ¿Qué demonios querrán decir? Ha varios cambios entre este pequeño desplegable, que recogí en Alcalá 31, y el tabloide amarillo que se distribuyó un mes antes con la prensa diaria. Y en un tercer folleto, que he recibido por e-mail, la información cambia otra vez más, aunque aparte del delirante título "Destino Futuro" hay poco que reseñar.

La idea de promover una nueva movida es, sin ningún tipo de paliativo, una insensatez. Nadie con dos dedos de frente puede tomarse algo así en serio, y nadie con un mínimo de vergüenza debería poner su nombre en semejante cartel. Puede que nos hayamos acostumbrado a la desfachatez de los políticos, pero está claro que la propuesta sólo nos dice una cosa: que todo este programa carece de contenido cultural. Todo el homenaje a la Movida no es más que otro espectáculo de la pre-campaña electoral.

Pero vamos a entrar ya en materia, porque lo dicho hasta ahora era sobre todo para contextualizar la reflexión que prometía en el segundo párrafo. El problema, para plantearlo de la manera más sencilla, es que la Comunidad de Madrid se ha gastado en el homenaje a la Movida más de 3.000.000 de euros, y Madrid no tiene todavía un sistema de apoyo a la creación artística. Ni bueno, ni malo. Ninguno.

Hace un año, cuando Álvaro Ballarín, director general de Museos, Archivos y Bibliotecas de la CAM, anunció este programa y la dotación de un millón para su ejecución, todos nos llevamos las manos a la cabeza, y el portavoz de cultura de Izquierda Unida señaló entonces las precarias condiciones en que se produce cultura en las salas alternativas de Madrid. ¿Qué vamos a hacer ahora que se han gastado no uno, sino tres millones?

El homenaje a la Movida es parte de una tradición de (mal-)uso político del arte contemporáneo, que tiene sus raíces en el papel que jugó Luis González Robles como comisario de exposiciones en la dirección general de Bellas Artes, durante los años 50 y 60.

En los 90 Luis Alberto Cuenca, secretario de Estado de Cultura, y Miguel Ángel Cortés, secretario de Estado de Cooperación Internacional, redescubrieron para el gobierno de Aznar la rentabilidad política del arte contemporáneo: una producción artística con formas avanzadas pero contenidos frivolizados sirve para compensar la imagen nacional-católica y ultramontana del PP, al tiempo que neutraliza la cultura como espacio de conflicto ideológico. El mejor ejemplo sigue siendo la exposición The Real Royal Trip, en la que se gastó un millón de euros para montar una exposición de arte joven en Nueva York, pero no para introducir a nuestros creadores en los Estados Unidos, sino para convencer a los españoles de la modernidad internacionalista del gobierno de turno. La Movida no fue otra cosa, pero a beneficio del PSOE, que deseaba superar la imagen progre y pobre del socialista de los 70, y de paso evitar cualquier debate sobre la Transición.

El homenaje a la Movida está pues dentro de esta lógica: la imagen rancia que proyecta Esperanza Aguirre se puede compensar recuperando una modernidad idiotizada y festiva, que el sastre de turno cree poder recoser y adaptar a la medida de las necesidades políticas del momento.

Nuestros gobernantes parecen haber adoptado una sentencia de Habermas como programa, aunque el filósofo alemán la escribiese como crítica: "El contacto con la cultura forma, mientras que el consumo de la cultura de masas no deja huella alguna; proporciona un tipo de experiencia que no es acumulativa, sino regresiva."(5)

En definitiva, cualquier cosa menos dejar que sean los artistas los que hagan el arte. El discurso emana del poder político, porque para ellos "Auctoritas non veritas facit legem". Esto ya no es la lógica del absurdo, sino la de la dictadura. La verdad, en este caso el discurso del arte madrileño, no reside en un debate entre diferentes agentes culturales, sino en el ejercicio del poder. Su estructura no se corresponde con la de ese debate, sino que consiste en su identidad con el poder. Hardt y Negri definen la corrupción como "...el ejercicio puro de la autoridad, sin ninguna referencia proporcionada o adecuada al mundo de la vida."(6) Mejor ni extraer conclusiones.

Y voy a poner ejemplos con nombres y apellidos: los espacios alternativos de arte contemporáneo de Madrid, que estamos agrupados en una red, rechazamos en repetidas ocasiones participar en el susodicho homenaje. Ni el Antimuseo (el Ojo Atómico por su nombre más conocido), ni Liquidación Total ni la Enana Marrón consideramos coherente tomar parte en él, y así se lo hicimos saber a Álvaro Ballarín. Sin embargo una vez que en la CAM habían descubierto la existencia de los espacios alternativos de arte, debieron considerar necesaria su participación en eso que modestamente llaman el "acto fundacional de la nueva movida". Si los que hay, que llevan años trabajando, con programas internacionales, con apoyo de instituciones de medio mundo, etc. no quieren colaborar ¿qué se hace? Pues inventar otros. Por ejemplo el bar La Mari Pepa; véanlo en el programa. Ahora bien, la transformación del bar La Mari Pepa, que quizás sea un bar estupendo, no lo conozco, en espacio alternativo de arte contemporáneo sólo puede consumarse por un ejercicio puro de autoridad, vulgo porque me sale de los huevos, y en latín auctoritas non veritas facit legem.

Y mientras la autoridad que indudablemente se desprende de tres millones de euros convierte al bar la Mari Pepa y otros muchos en la versión madrileña de la NGBK y el PS1 juntos y en su mejor momento, devuelve la juventud a artistas cuarentones e inventa una excitante escena artística allí donde los demás vemos desolación y podredumbre, los espacios alternativos de verdad carecen de un canal administrativo para solicitar apoyos a la Comunidad de Madrid. Y no sólo ellos, sino todos los mediadores independientes de Madrid, sean curadores, colectivos, asociaciones, y promuevan espacios, revistas, festivales o eventos únicos, así como los mismos artistas. Más exactamente, el sistema de apoyo de la CAM en la actualidad consiste en un "premio" de arte, y hasta hace poco había una subvención destinada a galerías para asistir a feria de arte internacionales, que no sé si sigue existiendo. Para artes escénicas hay un sinfín de convocatorias, una de las cuales incluyó, creo que en 2001, una sección para artes visuales, y nunca más. ¿Por qué se financia tan generosamente el teatro y no el arte? Seguramente ni ellos lo saben. Desde luego Esperanza Aguirre ignora por completo cómo es su propia política cultural, porque en el catálogo de ARCO 2005 escribió: "El gobierno de la Comunidad de Madrid incentiva la creatividad de los artistas contemporáneos a través de numerosas convocatorias y de su apoyo a foros, exposiciones y ferias."(7) Y lo más sorprendente es que aunque en realidad no hay convocatorias ni canales para solicitar dinero para proyectos de artes visuales, vemos el logotipo de la CAM en muchos de ellos, desde el Festival Edición Madrid a PhotoEspaña o ARCO.

Mientras tanto el tejido cultural de Madrid está cada vez más dañado, pese a que vaya a haber una nueva movida, como amenazan desde Alcalá 31. Esta es una realidad tan patente que hasta La Fábrica, responsable en buena medida del desastre, lo reconoció así tras una informal encuesta hace un año.

Creo firmemente, y seguro que no soy el único, que Madrid necesita un sistema de apoyo a la creación transparente, pensado a largo plazo, con criterios consensuados con los diversos colectivos profesionales que actúan en la Comunidad, pero en especial con lo que conocemos intuitivamente como creación de base y con el tejido asociativo. Los tres millones gastados en el homenaje habrían bastado para poner en marcha, a lo largo de la legislatura que ahora acaba, un sistema de apoyo en condiciones y empezar a corregir los muchos males que nos aquejan. Es necesario acabar con la arbitrariedad y el oportunismo político en el uso de los fondos públicos, de nuestro dinero, y es además un derecho no sólo de los creadores, sino de la sociedad en su conjunto, puesto que se le está negando el acceso a la cultura. Se le está dando gato por liebre, y se le está ofreciendo, como dice Habermas, una experiencia de tipo regresivo, en lugar de la oportunidad de involucrarse en un ambiente cultural diverso, crítico y enriquecedor.

¿Y qué hacer? Lo primero no colaborar. Resistir. Decir NO cuando hay que decirlo, que no es siempre, ni siquiera con frecuencia, pero sí cuando tiene sentido. Romper las redes clientelares. Negarles la legitimidad que extraen de nuestro trabajo y dilapidan en cuestiones partidistas.8 Lo segundo, y esto ya lo hemos repetido hasta la saciedad en conversaciones de café, es formar una mesa en la que esté cabalmente representado el tejido asociativo del arte de Madrid, para redactar el sistema de apoyo a la creación, ya que nuestros políticos no son capaces de hacer el trabajo por el que les pagamos. Hasta entonces, y mientras los mismos artistas que se quejan de la situación participen en estos saraos o quieran acceder a repartos arbitrarios de dinero, tendremos que seguir soportando malas prácticas políticas y una imparable degradación de nuestro entorno cultural.

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(1) No considero que las 9 mesas redondas organizadas por Fernando Huici puedan tomarse como una revisión seria de las artes visuales en los 80 y su relación con la Movida.
(2) Sánchez, Blanca. Folleto desplegable gratuito, edita la CAM. Madrid 2006. La trascripción es literal.
(3) Subirats, Eduardo. Transición y espectáculo, en Intransiciones. Crítica de la cultura española. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid 2002. Pág. 78.
(4) Varios autores. Folleto desplegable gratuito, edita la CAM Madrid 2006. La trascripción es literal. Negritas de los autores.
(5) Habermas, Jürgen. Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. Gustavo Gili. Barcelona 2004. Pág. 195. Nota: la traducción, de 1981, ha quedado desfasada para el estado actual de la investigación sobre la esfera pública.
(6) Hardt, M. y Negri, A. Imperio. Ed. Paidós, Barcelona 2002. pp. 354 y 355
(7) Catálogo ARCO'05. Edita ARCO - IFEMA Feria de Madrid. Madrid 2005. Tomo 1, pág. 11.
(8) Aunque no pasa de ser una anécdota, quiero dejar constancia de que fui invitado a una de las mesas redondas del acto fundacional de la nueva movida, sin que yo entendiese, por la forma en que se hizo la invitación, que se trataba de eso. Lógicamente renuncié a participar en cuanto lo comprendí, y sugiero a los organizadores que gasten los 150 euros que me iban a pagar en fotocopiar este texto y repartirlo en los diversos eventos del tal acto.